Vitaminas
Es inevitable:
las hojas de los almendros caen sobre el espliego,
la niebla desciende –millones de gotas– sobre la hierba,
yo escribo.
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He visto las luces de un avión,
y luego una estrella fugaz.
Cuando he formulado mi deseo me he preguntado
si realmente era eso lo que deseaba.
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Las ramas del pino japonés no crecen hacia arriba,
buscando el cielo.
Se extienden en horizontal, como queriendo
abrazar el rosal y el jazminero y el banco de piedra
donde me siento a tomar el sol.
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Aún tengo que
contemplar el cielo estrellado en el desierto,
ver la aurora boreal con mis amigos.
Luego quizá pueda deshacer las maletas
y descansar.
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Cuando fuera la parra cuelga dormida
y ya no florecen las rosas;
cuando dentro huele a caldo
y a leña ardiendo en la estufa;
cuando mis manos huelen a mandarina
sé que ya va llegando el invierno.
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Textos: Berna Wang - La mirada oblicua (enlace recomendado)
Imagen: Muriel Cayet
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