Basta ya de autocrítica (son buenos tiempos para la lírica)
El mundo se derrumba tras mis pasos: cada momento pasado ha muerto, cada amor ha sido sembrado, cada duda, cada miedo. Siguen creciendo.
Confieso que he amado y que ahora mismo amo, que apenas lloro tanto como podría hacerlo, que me pierdo constantemente, y que a veces me encuentro en los sitios más insospechados. Confieso que he sido derrotado en algunas batallas y que nunca llegué a combatir en muchas otras por miedo. Confieso que no comulgo con muchos de mis sentimientos: fragilidad, pérdida, impotencia, frustración, inseguridad... es cierto que les doy la espalda sin más dilación. Confieso que a veces me avergüenza caminar erguido, mirar a los ojos, mostrar mis manos.
Confieso que no me han amado siempre que yo lo he deseado, y que tampoco he amado yo siempre que me he entregado. No es seguro tampoco que me diera a mí mismo el papel protagonista de mi novela, puesto que aún dudo entre algunos actores reconocidos de Hollywood.
Confieso que lo dicho conforma mi día a día, que no todo mi corazón es amor, sino que también hay coraza. Que hay partes que envejecen de soledad en ella y heridas que no parecen cicatrizar.
Reconozco, al fin, que he perdido esta guerra que empezó hace muchos años en defensa de un ideal de mí mismo, y aunque he intentado una y otra vez transformarlo y adaptarlo, aunque han habido momentos de claras posibilidades de victoria, una y otra vez he dado con la cabeza contra el suelo, y me han abandonado las ideas que una vez prometían entronarme. Así que ahora, cansado de la lucha, he pensado dejar el negocio. Me refiero a la compra-venta de mí mismo. Me apetece leer más poesía y pintar a deshoras .
Primero Venderé el stock que queda en mi trastienda, empezando por mis retratos. Cuidaré flores efímeras, fundiré de nuevo las estatuas griegas y pintaré los espejos de azul... Pienso prestar especial atención a todos los ojos que lleguen a mi tienda cubiertos por un velo, puesto que en ellos veo el reflejo del resto del cuerpo y del alma concentrados. Y una vez que se vacíe el escaparate de mi negocio, cuando en éste se vea tan sólo un reflejo de mí mismo, podré dejarlo definitivamente.
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juanjomar -
denkraum -
paqui -