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Haikus al despertar

Escenas - Casa nueva

Escuchando a Ackerman entro en un estado de consciencia a flor de piel, donde algunos de mis sentimientos se aprecian más. Es un estado al que a veces llego de la mano del miedo y la inseguridad... Cualquier puerta es buena si lleva hacia dentro. En una relación de pronto todos los caminos se juntan en uno. Todas las metas pasan por la misma. Todas las visiones se tiñen del mismo color. Y entro en un sueño del que no quiero despertarme. Entro en una paz que lo para todo. Incluso a mi mismo. Me paro a observar, a contemplar el amor. Me veo con los ojos del amor, aunque sean del amor ajeno. Esos ojos me permiten entrar en el mío propio. Todas las puertas son buenas si llevan hacia dentro. En esa antesala de mi corazón hay calor, hay comprensión, hay complicidad y hay diálogo. Son elementos necesarios para construir con buenos fundamentos. Y si hace falta, reconstruir y hacer reformas. Ahora somos vecinos. Sí, nos hemos mudado y aquí estamos, pared con pared, como orillas opuestas de un mismo mar. Lo nuestro aún no es una casa, son dos adosados. Escucharás mis lamentos por las noches y mi algarabío a deshoras. Nos cruzaremos al salir y entrar de casa y los sábados desayunando o tumbados en el jardín. Me pedirás sal y te regalaré huevos. Ya no recuerdo si vives en mi casa o yo en la tuya. A veces necesito volver a mi salón de estar y mirar por la ventana, o bien tumbarme en mi sofá y taparme sólo con una manta. Ya no recuerdo si esta casa está en el campo o a las afueras de la cuidad. Entra, ésta es mi casa, ésta es tu casa. Gracias, ¿puedo tumbarme en tu sofá? ¿esperas a alguien?. La casa es a veces un palacio, o un templo, o una cueva. Ya hemos llegado, descansa - oigo. Puedes tumbarte en mi sofá. Te estaba esperando. Este es tu lado de la casa. ¿Ves la raya blanca? Se extiende por la calle y por nuestras almas. Como verás no es recta. Podemos cruzarla pero no ignorarla. ¿Ves ese espejo? Aunque está en mi lado de la casa, refleja el tuyo. ¿Ves esa puerta? Tiene dos cerraduras distintas, de las que cada uno tenemos sólo una de las llaves. Pasa, entra, te invito a helado. Hay buenas vistas desde aquí. Sí, de hecho mi casa no da a poniente y hasta ahora me perdía estos atardeceres. Ahora saldremos al porche y mañana si quieres desayunamos en mi casa. A veces entro a tu casa y no hay nadie y ese vacío que dejas inunda mi casa también, aunque esté yo dentro. Sin embargo siempre está tu olor por los pasillos o en la cama. A veces pierdo el rastro de la línea blanca al entrar a alguna habitación y tengo que salir de la casa para volver a encontrarla. Sentado en mi sillón me veo a mi mismo reflejado en tu espejo al otro lado de la casa. Hay habitaciones que siempre tengo desordenadas, llenas de trastos, y prefiero que no entres. Yo entro sólo lo necesario cuando necesito coger algo. Sin embargo quiero hacer reformas. He pensado tirar estos muebles viejos de mis padres, que ya no uso. Llevo mucho tiempo queriendo hacerlo, incluso queriendo simplemente planteármelo en serio, abiértamente. Sin censuras ni autocontrol...

1 comentario

estefania -

que preciosidad...cuantas imagenes...cuantas experiencias...cuantos sentimientos...lo voy a volver a leer para recuperar esa sensacion